De la ansiedad, envidia y otros demonios…

Una de las emociones más fuertes cuando atraviesas por el duelo es la ansiedad. Es un sentimiento que se estaciona en tu vida y se vuelve parte del día a día, a tal punto que te acostumbras a vivir con él.
Desde que Aura no está, estoy mas ansiosa que nunca. De por sí soy una persona bastante ansiosa, pero el nivel de ansiedad que manejo ahora es incómodo, por decir lo menos.
Me da ansiedad ver gente, salir a lugares públicos, ver bebés, no saber cuando voy a dejar de sufrir, en fin…. Vivo con ansiedad. Pero la peor de todas es la ansiedad que me da separarme de Jose o de Paz. Es un miedo que me paraliza. Esta semana Paz se fue para la playa con su cuasi abuela y sus primos y la ansiedad no me ha dejado ni un segundo. El pavor que tengo de que algo le pase, no me deja pensar. Si no fuera porque mi esposo me habló y tranquilizó (el cree que lo logró), no la hubiera dejado ir. Cuando has tenido un encuentro con la muerte como nosotros lo hemos tenido, entiendes más y mejor lo frágil que es la vida y eres consciente de que en cualquier momento tu o tus seres queridos, pueden faltar. Se me ha despertado un miedo que antes no tenía, a que alguna de las personas que quiero, muera. El miedo que me da experimentar este dolor de nuevo me aterroriza.
La falta de control es algo con lo que también me he enfrentado ahora. Siempre he sido organizada, previsiva (y muy controladora, según mi esposo). Si hay un viaje, organizo todo, hago calendario, cronograma, reservaciones para comer, compro boletos para las actividades, plan a y plan b; en fin, trato de que todo esté bajo control en mi vida y actividades. Si hay algo que me enseñó la muerte de mi bebé es que hay cosas que no se pueden controlar. Ha sido una lección de humildad para mi y me ha costado muchísimo, y esto también me causa ansiedad.
La muerte de Aura ha sido un «reality check» para mi, recordándome que todo tiene su fin y que todos vamos a morir algún día. Por ahora este sentimiento, no me ha llevado a vivir cada minuto a plenitud, como debería ser. Sin embargo, creo que este grado de consciencia que tengo de que todos moriremos en algún momento, me hace estar un poco más presente.
Este tiempo que ha pasado, me ha unido mucho más a Jose, mi esposo. El dice que es nuestra bebé la que nos ha unido y puede ser verdad. Lo amo más de lo que lo amaba antes y mucho más de lo que me podía imaginar. El es la conexión más fuerte que tengo con mi bebé. El y yo la hicimos, era de el y mía. El tiene una parte de ella en él. De hecho era igualita fisicamente a el, por lo menos sus ojos y nariz eran exactos. Entonces esa conexión con ella, nos ha unido más a nosotros como pareja y eso me trae felicidad en este momento de gran dolor. Sin embargo, esta unión que sentimos ahora, hace que yo me sienta casi dependiente de el y que cuando no está me de ansiedad.
O sea, aparte de estar lidiando con el dolor desgarrador de la muerte de mi hija, también tengo que lidiar con este otro poco de emociones que me desgastan y drenan. Tengo que controlar mi ansiedad y darme charlas motivadoras a mi misma para ver si sobrevivo el día. Esto es agotador. No es solo dolor; es dolor, ansiedad, miedo, rabia, envidia, etc, etc, etc.
Estoy bien un día, tranquila según yo, sobrellevando el día de la mejor manera y de repente, me entero de que fulanita está encinta; pero no solo fulanita está encinta, que ya de por sí es una noticia difícil de recibir dada mi situación, sino que ella no quería quedar encinta, esto fue una «metida de pata», no estaba en los planes crecer la familia y bueno, «ni modo». Entonces se mezcla la envidia con la rabia y es una combinación mortal. Pero el problema mayor es que la envidia es un sentimiento malo o prohibido, por ende, da vergüenza compartirlo o tan siquiera reconocerlo porque automáticamente me hace ver como una mala persona. Cómo es posible que no me alegre por los demás y sus buenas noticias? No es que no me alegre, es que el embarazo de ellos me recuerda lo vacía y miserable que estoy. Sin querer, los anuncios de embarazo y de nacimiento, me recuerdan que ya no estoy embarazada, que mi bebé murió y que no sé si voy a poder sobrevivir la vida sin ella; me recuerda que me voy a perder todo el futuro de mi hija. En conclusión, no es que no me alegro de las buenas noticias de los demás, sí me alegro por ellos, pero igual siento envidia y ambos sentimientos pueden habitar en mi a la vez. He leído que es hasta sano sentir envidia y que hay que reconocer y aceptar el sentimiento cuando llega, pero para mi es desagradable sentirla porque en estos momentos para mi, la envidia está estrechamente relacionada con mi dolor.
Tanta gente diciéndome también que tengo que ser agradecida. Que tengo a Jose y a Paz, que tengo salud, que por lo menos pude quedar encinta y tenerla 9 meses en mi panza. No me lo tomen a mal, estoy agradecida por todo eso, sobre todo por Jose y Paz que son mis motores, pero el sentimiento espontáneo de agradecimiento no es el que me sale todos los días cuando me despierto, al contrario, las mañanas son las peores; pero ese ya es tema para otro escrito.

Analissa

2 comentarios sobre “De la ansiedad, envidia y otros demonios…

  1. Flaca, yo sentí esa envidia por años, cuando todo el mundo podía y yo no, me daba una rabia horrorosa y una envidia espantosa también, cada vez q perdí a un embarazo era rabia cerrada.
    No sientas vergüenza de aceptarlo, es lo q nos hace humanos, como no sentirlo?
    Y el miedo de la muerte para mí q nada más pude tener una hija me invade todos los días, por eso hago que cada momento con ella valga, porque no puedo controlar la vida y quisiera pero no puedo. No sabes como me siento identificada con lo q escribes hoy. You’re not alone mi reina. Un día a la vez flaca, un día a la vez

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