No somos los únicos

El sábado pasado fuimos a un retiro para padres que han perdido hijos organizado por la Fundación Piero Rafael Martinez de la Hoz. Esta es una fundación creada por una pareja de esposos después de la muerte de su hijo por un terrible accidente. La fundación se dedica a ayudar, apoyar, acompañar y dar terapia a personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. También se dedican a capacitar profesionales (médicos, enfermeras, trabajadores sociales, empresas, etcétera) para que entiendan un poco más acerca del duelo y así puedan dar mejor asistencia y apoyo dentro de su área de trabajo, a personas que sufran pérdidas de este tipo.
Al principio estuvimos un poco nerviosos porque no sabíamos qué esperar. Nos habían dicho que nos iban a dividir en grupos con personas que tuvieran pérdidas similares; es decir, a nosotros nos iban a juntar con padres que hubieran perdido un/a bebé. Nos dijeron que había otra pareja con una pérdida reciente de bebé y que probablemente seríamos ellos y nosotros en nuestro grupo.

El sábado a las 7:30 a.m. salimos rumbo a una finca en Farallón donde tendría lugar el retiro. Realmente no teníamos ni idea con qué nos íbamos a encontrar, pero sí sabíamos que iba a ser un día pesado.

Al llegar allá a las 9 a.m vimos a 12 parejas sentadas bajo un rancho esperando que llegara el resto de los participantes. Nerviosos todavía, tomamos una silla medio alejada, nos pusimos nuestro gafete con nuestro nombre y nos sentamos a esperar. En cuestión de unos minutos, fueron llegando los que faltaban. Empezaron a armar los grupos y nos llamaron. Para nuestra sorpresa, no éramos solo 2 parejas las que conformábamos el grupo, éramos 6 madres y 4 padres los que estábamos ahí formando parte de este «club» de padres que han perdido bebés.

Nos sentamos todos y empezó el «retiro». Nos turnamos para contar nuestras historias. Fue difícil, fue pesado, fue doloroso, pero a la vez fue una especie de bálsamo para el alma. Compartir nuestro dolor con gente que ha pasado por lo mismo y que nos entiende, no es lo mismo que compartirlo con quien no ha experimentado la muerte de un hijo/a. Es diferente, es especial, tenemos un fuerte lazo que nos une, somos como una «hermandad».

Lloramos con nuestra historia y con sus historias. Cada vez que una mamá o papá narraba lo que le había sucedido a su hijo, era revivir nuevamente nuestro dolor, pero a la vez era reconfortante. No sé como explicarlo sin que suene morboso, pero es así. Compartir el dolor hace que el mismo se alivie un poco.

Todas las historias eran diferentes, algunas con ciertas cositas en común, pero cada historia única y dolorosa, muy dolorosa. Todos los que estábamos ahí éramos diferentes: teníamos diferentes edades, distintos estratos sociales, diferentes razas y costumbres, nuestro común denominador era haber perdido a nuestros bebés y, que todos éramos católicos, para mi sorpresa, y que todos, todos, sentían que su fe era lo único que los mantenía en pie.

Las historias:

Mia Fernanda nació a las 39 semanas y todo parecía bien, a los 2 meses se empezó a enfermar y descubrieron que tenía una cardiopatía congénita, duró solo un par de días más y murió, era la primera bebé de esta pareja. Esto pasó hace 1 año y 2 meses y su mamá todavía la llora y extraña todos los días.  

Matías Gael fue un bebé que nació con varios problemas cardíacos. El era el segundo bebé de una madre soltera de 19 años. En sus 6 meses de vida tuvo una cantidad de paros cardiacos que le perdí la cuenta a su mamá que nos contó de todos y cada uno de ellos. Era un luchador y peleó para estar más tiempo con su mamá. Ella hizo un esfuerzo por llevarlo a Colombia para ver si lo podían operar y le informaron que su condición era inoperable. A los 6 meses y 10 días, el Día del Padre de este año, murió en los brazos de su mamá.

Sebastián, nació de 35 semanas en el hospital de Aguadulce, por cesárea de emergencia. Era el primer bebé de esta pareja. Sus padres nos contaron que el hospital no cuenta con equipos para recibir niños prematuros. Tuvo varios problemitas de respiración, y un apgar bastante bajo, pero en general se veía un niño sano. Lo llevaron a los 2 meses a Chiriquí, donde le practicaron varios exámenes, le cambiaron la fórmula con la que lo alimentaban y le dijeron que tenía un ducto cerca del corazón que no se había cerrado todavía por ser un niño prematuro, pero que eventualmente y con el tiempo, eso se cerraría. El bebé seguía algo enfermo, por lo que su mamá se lo trajo a la Caja del Seguro Social en la ciudad. Aquí hubo errores, tras errores y al final Sebastián murió a los 5 meses y unos días a las 6:30 a.m justo cuando sus papás estaban entrando a una Eucaristía para pedir por él.

Miranda Isabel, la segunda hija de este matrimonio, nació de 25 semanas por cesárea de emergencia también, después de que su mamá tuvo un embarazo un poco tormentoso, diría yo. Estuvo con dolores horribles a lo largo del embarazo, se vio con una infinidad de médicos que no dieron con la causa de su dolor. Al practicarle la cesárea de emergencia, porque le dio fiebre, se dieron cuenta de que tenía una trompa y ovario torcidos y que si no la hubieran intervenido, no saben qué habría sido de ella. Mirandita vivió unos cuántos días en la unidad de cuidados intensivos del hospital. Sus amorosos padres iban a verla todos los días en las horas de visita que les eran permitidas. Solo la podían tocar con sus dedos y poquito, ya que los bebés prematuros recién nacidos, son muy susceptibles al tacto. Por complicaciones del nacimiento tan prematuro, Mirandita murió en los brazos de sus padres el 1 de mayo de este año.

La historia de los padres de Josh fue la que más me impactó. Y no es que las otras no fueran historias sumamente tristes, porque sí lo son, pero la historia de esta pareja me dejó mal. Hace 9 años, tuvieron a su primer bebé, en Chiriquí a las 41 semanas. El parto fue tan fuerte que a la mamá la sedaron y no la dejaron ver a su hijo hasta un par de días después porque le estaban practicando varios exámenes al bebé. El bebé estaba todo moreteado del trauma del parto natural, tenía paladar hendido, complicaciones del corazón, no tenía uñitas en los dedos de las manos ni los pies, en fin, tenia varias afecciones y murió a los días. Tiempo después volvieron a quedar embarazados y lo perdieron a las pocas semanas. En el 2015, una vez más quedaron encinta. Estaban emocionados e ilusionados, aunque el papá nos contó que el tenía sus aprehensiones. Se fue a hacer un ultrasonido y la refirieron a una cardióloga. Ella examinó a su bebé y le dijo que tenía una condición en el corazón y que no era viable, es decir que no viviría si llegaba a nacer. Le informaron que en este caso, podía terminar el embarazo, o sea abortar. Ella dijo que no, que ella tendría su bebé porque así se lo había mandado Dios y que ella seguiría con su embarazo. Fue un embarazo sumamente estresante, con visitas constantes a doctores, exámenes, etcétera. Finalmente el bebé nació, nos cuenta su mamá que estaba perfecto y bello. Le dijeron que quizás en Colombia lo podrían operar así que se dedicaron a recolectar $20mil que era lo que necesitaban para irse. En 4 días recolectaron el dinero, gracias a mucha gente, pero el bebé murió antes de poder realizar el viaje. O sea, ellos han perdido 3 hijos! El dolor se les ve en el rostro, en sus gestos y en sus palabras. El papá nos contaba que el se ha alejado de Dios y que no quiere saber de El y sinceramente, no lo culpo. Su dolor es irreparable y es entendible su actitud. Ella, sin embargo, se mantiene fiel a su fe.

La otra pareja dentro de este grupo éramos nosotros que también compartimos nuestra historia de Aura Lucía de María y lloramos, lloramos mucho.

Sin embargo, no tengo más que palabras de agradecimiento para Giselle y Boli, los creadores de la fundación, que han podido ayudar y apoyar a tanta gente que atraviesa por este dolor tan horrible. Han creado un espacio y una oportunidad para que miles de personas puedan compartir sus historias y su dolor, a la vez que han recibido apoyo y ayuda tan necesaria en momentos así. En este retiro éramos como 40 personas en total, todas huérfanas de hijos.

Al final del retiro hicimos un ritual en la playa. Fuimos todos los padres con rosas en las manos y les fuimos arrancando los pétalos uno a uno, los tiramos al mar dejando ir pensamientos, dolor y mensajes a nuestros hijos. Fue muy lindo y emotivo. Regresamos a Panamá agotados y drenados, pero tranquilos y con un nuevo grupo de compañeros en el dolor.

En estos dos meses me he dedicado a leer y a hacer contacto con otras madres que han pasado por esta terrible experiencia y me he dado cuenta de que no somos los únicos. La muerte infantil y neonatal es más común de lo que quisiera y a la vez es la que genera más tabú. A la gente no le gusta mencionar ni hacer alusión a los bebés que mueren; como si no mencionarlos fuera a ayudar en algo. Al contrario, las madres que hemos perdido hijos queremos que se reconozca su vida, su existencia. Yo no voy a dejar de sufrir por la muerte de mi bebé nunca, así que el hecho de que me la mencionen, no me va a poner triste, mi corazón ya está triste de por sí; sin embargo, que la mencionen para mi será un regalo porque será reconocer su existencia y su importancia en mi vida.

He leído también que mucha gente relaciona las mariposas y las libélulas con las almas o espíritus de sus bebés que han partido. Yo soy cristiana católica y «no creo» en eso, pero hubo un momento, durante el almuerzo, en el rancho donde estábamos todos, que alrededor de nosotros, en el jardín, había montones de mariposas y un par de libélulas revoloteando. Me llamó tanto la atención, porque no recuerdo haber visto tantas mariposas distintas a la vez dando vueltas en un jardín. Le dije a mi esposo que quisiera pensar, que esas mariposas y libélulas eran mensajeras de nuestros hijos diciéndonos que están con nosotros y que ellos están bien….

Ya son 2 meses en el cielo mi Chuna Chuna, te extraño más de lo que las palabras pueden expresar…

Con el alma…..

Tu mamá

5 comentarios sobre “No somos los únicos

  1. Analissa, imposible contarlo mejor! El retiro fue fuerte pero a la vez reconfortante, difícil de explicar, y como dices tú: somos una hermandad.
    Totalmente de acuerdo contigo en lo importancia de que nos mencionen a nuestros bebés y reconozcan su existencia. Hay gente que me cambia el tema cuando yo menciono a Mirandita, sin saber que para mí es importante hablar de ella, me ayuda mucho, es mi bebé y aunque no esté conmigo es importante y siempre lo será y quiero que la gente sepa de ella.
    Cuando llegamos del retiro le dije a Sofi «conocí a los papás de Aura, la amiga de Mirandita en el cielo» y ella enseguida me dijo «ahhh, a Jose y Analissa». Está clarita porque los tenemos presentes todas las noches en nuestras oraciones desde que Aura se fue al cielo. Allá estarán diciéndose una a la otra: mira, ya se conocieron nuestros papás =)
    Les mandamos un abrazototote. Seguimos en contacto!

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  2. Que buena experiencia. Muy importante compartir con personas que han pasado por lo mismo. No tengo duda que no estuvieron solos, ni lo estarán nunca más, su hija siempre estará con ustedes.

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  3. Te quiero mucho! Son unos valientes los dos, los admito tanto! Definitivamente que Aura fue en panza y en algunos respiros parte de ustedes y todos los que los quieren.. Me tropiezo imaginándome su personalidad y me digo que es trampa porque no la conocí como quien no conoce a alguien con quien nunca interactuaste. Pero no es trampa, interactuo con su ternura cada vez que leo tus recuerdos y la fortaleza que ella quiere que tengas.. Por eso haces todo esto, atraviezas tu dolor, la valentía viene de esa niña que te inspira a ser valiente y entonces veo a Aura, a mi modo, con una sonrisa pícara porque esta funcionando su plan y es una divinura de sonrisa porque se siente amada.

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