Desorden y valentía

  Tengo 3 días de estar enferma con un resfriado criminal que me tiene casi tumbada en cama; esto, sumado a la tristeza, es una combinación tóxica.

Estos últimos días han sido duros y pesados para Jose y para mi. El tiempo pasa y nos duele más, se siente más la ausencia de nuestra bebé y el hueco en el corazón se hace más grande. La gente nos dice que el tiempo lo cura todo y que solo con el tiempo estaremos mejor; pero por ahora no es así. Pasa el tiempo y duele más. Qué difícil!

 Mi prima y amiga querida Analisa, que también perdió a su bebé Adriana hace 11 años, me dijo muy sabiamente que esto se pone peor antes de ponerse mejor; y para nuestra desgracia, hemos comprobado que tiene razón.

 Siento que Aura llegó y se fue hace tanto tiempo. Los días son lentos y eternos. Hay días en los que experimentamos todas las emociones del duelo a la vez: negación, tristeza, rabia, entumecimiento, dolor desgarrador, aceptación, agotamiento, todas. Es una montaña rusa que nos marea y desbarata. Hoy Jose me decía que lo que nos pasó lo descuadró completamente, lo enredó, se siente sin norte, desenfocado, y al igual que yo, un poco desesperanzado. Queremos empezar a sentirnos mejor ya porque estamos totalmente drenados y nos cuesta respirar. Pero lastimosamente este tema del duelo no funciona así. De hecho sabemos que esto va a tomar tiempo y que tenemos que tener paciencia. Qué difícil se nos hace a ambos tener paciencia cuando los dos somos sumamente impacientes.

 Debemos tenernos paciencia a nosotros mismos, no exigirnos tanto tan pronto, paciencia con nuestros sentimientos y con nuestro dolor. La velocidad con la que va el mundo nos abruma y nos confunde, haciéndonos pensar que nosotros también debemos ir a esa velocidad y NO es así.  Nosotros tenemos que hacer las pases con nuestro dolor; no negarlo ni evadirlo, sino mirarlo de frente y aguantar lo que nos venga; así es la única forma como vamos a poder seguir adelante.

 Hoy hablábamos y decíamos que estamos claros de que este dolor nunca se irá y que simplemente aprenderemos a vivir sin una parte de nuestro corazón por lo que quede de nuestras vidas, pero aún aceptar esto duele.

 Nuestra vida es un desorden porque como dije arriba, vivimos muchas emociones en un solo día o hasta en una misma hora… Esto crea desorden. Desorden de pensamiento, de ideas, de mente. Es un caos, que la mayoría del tiempo, no nos permite pensar coherentemente ni avanzar. Para él, como hombre que le toca llevar la familia y protegerla, es aún más complicado porque se exige mucho y no se da tiempo para lidiar con el desorden y el dolor que esto ha traído a nuestras vidas.

 Verlo sufrir me duele más que mi propio sufrimiento. Cómo quisiera echar el tiempo atrás y cambiar nuestra historia para que él no sufra, pero no puedo y eso es frustrante. No poder quitarle el dolor a la persona que más quiero me hace sentir impotente y sin control. Pero creo que esa es otra lección de humildad que tengo que aprender y entender, de una vez por todas, que no tengo el control…

 En medio del desorden de pensamientos que tengo, me acordé que el martes fuimos al lanzamiento del libro de mi amiga Mariangélica. «Marco Aurelio, historia de una madre y su bebé en el cielo». Ella es una berraca. Recuerdo hace casi un año cuando me enteré de la noticia, no lo podía creer! La había visto solo 3 días antes y estaba perfecta con su bebé en su panza, cómo era posible que 3 días más tarde, su bebé ya no estaba. Tenía 30 semanas de embarazo. Sin embargo, lo que más recuero de este hecho, fue que cuando le escribí por chat diciéndole que me había enterado y diciéndole que no tenía palabras para decirle en un momento como este, pero que le entregara todo a la Virgen y a Dios para que le dieran fuerza y consuelo, su respuesta me dejó totalmente desconcertada: «Si Titi!! Jesus y la Virgen forever». Eso fue lo que me contestó. Yo no entendía (ni entiendo todavía), como podía estar tan tranquila habiendo pasado por lo inimaginable.

En el lanzamiento del libro, ella irradiaba paz, serenidad, tranquilidad total. Está encinta de nuevo y dice que casi no siente miedo nunca, porque confía en Dios. Ojalá yo pudiera tener esa confianza y paz en este momento. Cuando salimos de ahí, tanto Jose como yo estábamos tristes y desconcertados, sin poder entender como Mariangélica tomó todo tan tranquilamente y a nosotros nos está costando tanto sobrellevar el hecho de que nuestra Aura está en el cielo. Supongo que todo el mundo es diferente y que definitivamente, su fe es más fuerte que la mía.

Lo que le pasó a ella, me asustó. Desde que quedé embarazada, hasta la semana 30, estuve preocupada de que esto me pasara a mi porque yo sabía que jamás lo iba a poder tomar como lo había tomado ella. Y así fue, no lo tomé así del todo. Yo no he tenido paz, ni tranquilidad, ni confianza. Sí he cuestionado a Dios y me cuesta entender que haya permitido esto; pero este escrito no se trata de mi crisis de fe, porque aunque sigo creyendo en Dios, todavía no he logrado hacer las pases del todo con lo que pasó, pero eso es otro tema y quizás en otro momento me atreva a hablar de eso….

Siguiendo por donde iba,  siempre había admirado desde la distancia a los padres que habían perdido hijos. Me parecía increíble que sobrevivieran y llevaran vidas «normales» y pensaba que eso no me podía pasar a mi porque jamás aguantaría. Era un miedo que siempre tuve. Por qué? No sé, pero siempre había estado ahí.

Ahora ya entiendo como sobrevivían esos padres, porque nos ha tocado a nosotros hacerlo. Es imposible saber lo que llevamos por dentro los padres que hemos perdido hijos. No sabemos como, pero sacamos fuerzas de donde no tenemos para levantarnos todos los días y seguir viviendo, a pesar de estar atravesando el dolor más insoportable que pueda existir. Eso se llama valentía.

 Volviendo a mi esposo Jose, pues pienso que él es el hombre más valiente que he conocido. Me ha acompañado y sostenido todo este tiempo y me ha puesto a mi por encima de todo y por encima de su sufrimiento. Cuando lo he llamado hecha un mar de lágrimas, ha dejado lo que está haciendo para venir a acompañarme; me ha cuidado y consentido como nunca; a pesar de que el también está destrozado.

En medio de mi desorden y del desorden de mis pensamientos, quiero darte las gracias Jose de León por caminar este camino conmigo, por no soltarme, por quererme como me quieres y por ser el mejor papá para Aura Lucía de María. Estoy segura de que ella, desde el cielo, está orgullosa de ti y te cuida siempre.

 

 *Mi admiración infinita a tia Nikki, mi abuela Lala, mi abuela Mama, abuela Tina, Analisa Ruiz, Cristina de la Guardia, Mitzi Escobar, Ana Ma Flors, Mariangélica Lasso, Tati Arosemena, Cristi Cardoze, Marcela Vallarino, tia Roxana Cain, Uschi, Giselle de la Hoz, y todas las demás mamás que ahorita mismo no me acuerdo (por mi desorden) y a los papás de sus hijos y a todos los padres y madres que han perdido a sus criaturas… Somos parte de un club al que nadie quiere pertenecer, pero es un club de valientes y hasta me atrevería a decir que privilegiado, porque todos tenemos ángeles que cuidan de nosotros desde el cielo.

7 comentarios sobre “Desorden y valentía

  1. Tus palabras son tan sinceras y tan perfectas y tan profundas. Te admiro tanto, y te agradezco todo lo que escribes. No puedo ni empezar a imaginar lo que duele tu vida ahora mismo. Te mando un abrazo.

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  2. Mi esposo y yo también perdimos nuestro primer Bb, hace 12 ańos y medio. Estaba en mi última semana de embarazo cuando su corazoncito dejó de latir. Es un dolor que no deja de sentirse aunque el tiempo haya pasado.

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  3. No puedo imaginar el dolor tan grande que debe estar sintiendo pero creo que el escribir lo que siente es sano para usted, llore y grite todas las veces que sea necesario, por que solo asi podra salir adelante, creo que como bien menciona es un dolor que no se ira jamas pero aprendera a vivir con el, es fuerte y tiene una maravillosa hija por quien luchar.
    un fuerte abrazo Sra. y que Dios le de las fuerzas necesarias para salir adelante

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