Fecha de expiración

Últimamente, siento que el duelo por mi hija está supuesto a tener una fecha de expiración. Existe una presión implícita de parte de personas a mí alrededor que me dice que ya yo debo “superar” esto y seguir adelante. Y eso que no estoy encerrada en mi cuarto, ni llorando por las esquinas…

Son increíbles los contrastes tan fuertes en cuanto al tema de la empatía. A veces siento que las personas menos cercanas a mí, son las que más empatía sienten y que las más cercanas, son las menos empáticas ante mi situación. Puede ser porque las personas más cercanas quieren que uno ya esté bien y mejor, y que deje de sufrir y por eso quieren que uno ya “salga de eso”; pero el duelo no funciona así lastimosamente.

Perder a un hijo es algo que no se supera. Esto no significa que uno no pueda seguir con la vida, pero nunca vuelve a ser igual. Es tan antinatural perder un hijo, que poder volver a vivir “normal” se vuelve imposible. Si uno pierde un brazo o una pierna, las personas alrededor son más conscientes y se adaptan a la nueva realidad de uno. Bajan el paso al caminar, ayudan en las tareas diarias, son más considerados y entienden que la persona ya no puede ser exactamente la misma que era antes porque le falta un miembro. En el caso de la pérdida de un hijo es igual, o peor. La pérdida no es “visible” y tangible, pero tiene casi el mismo impacto, y digo casi porque creo que el impacto es peor, pero como no he perdido un brazo o pierna, no puedo hablar con propiedad. Sin embargo, como es una pérdida que no se puede “ver”, la gente tiene menos paciencia y/o muy poca capacidad de empatía. No entienden como “pasado tanto tiempo” (5 meses en mi caso), no puedes volver a todas tus actividades usuales de antes. No entienden como un fin de semana puedes estar bien y el fin de semana siguiente sentirte horrible y sin querer pararte de la cama. Su razonamiento es que como ya ayer estabas bien, ya hoy tienes que estar igual o mejor. No entienden que en cualquier momento y sin previo aviso, puedes ahogarte en llanto y en dolor. Actividades tan sencillas y simples como ir al supermercado, se vuelven una odisea, cuando de repente, en medio del pasillo, me encuentro a una mamá con una bebé de aproximadamente la misma edad de Aura y se me viene el mundo abajo, y mi esposo me tiene que abrazar y tratar de distraer con cualquier cosa para ver si con eso logra que contenga las lágrimas.

El duelo no es linear. Las etapas del duelo no se pasan en orden, y tampoco es que si ya pasaste una etapa, ya la superaste y avanzas a la siguiente. No, el duelo no funciona así. Yo estos días he estado super brava. Brava, molesta, enojada y con un nudo en la garganta que no se me quita con nada. Esto no significa que eché para atrás y que no he avanzado, sino que es parte del proceso y con lo que tengo que vivir. Una montaña rusa de emociones que no avisa cuando y cuál será el próximo giro y me deja mareada, desorientada, confundida, triste y brava.

El duelo es algo muy personal y se vive internamente. Ni siquiera las parejas viven el duelo por un hijo de la misma manera, y esto no significa que la manera de uno sea mejor o peor que la del otro. Simplemente es así. El duelo es personal, cada persona lo vive diferente y eso hay que respetarlo. A veces es difícil y cuesta no juzgar. En mi caso, mi duelo es distinto al de Jose mi esposo, pero ambos estamos conscientes de esto y tratamos de no juzgarnos ni presionarnos mutuamente. Igualmente pasa que hay días en que él está mejor que yo y viceversa. En estos días tratamos de darnos más apoyo el uno al otro y de atravesar el bajón juntos.

De las enseñanzas que me ha dejado la pérdida de Aura es que tengo que empezar a oírme más yo misma. A cuidarme, protegerme y a tenerme paciencia. A avanzar a mí propio ritmo. A darme mis espacios cuando los necesito. A tomarme todo el tiempo que necesite para estar mejor. No debo tratar de cumplir con las exigencias y expectativas del mundo y de quedar bien con los demás. La que perdió a su bebé fui yo, no los demás; y aunque quisiera que me entendieran, he comprendido que solo quien ha perdido un hijo puede ser capaz de hacerlo. De manera que he decidido tratar lo más posible de vivir el ahora, el presente. Aceptar y conectarme con mis emociones y sentimientos, y entender que este camino es mío y de más nadie. Nadie va a experimentar ni entender lo que yo estoy viviendo en este momento y esto está OK. No me adelantaré, ni me presionaré para hacer cosas para las cuales no me siento preparada todavía, y simplemente trataré de hacer lo que se sienta bien para mí en el momento y dependiendo de la situación.

Como le dije a una amiga que también perdió a su bebé: suficiente dolor estamos pasando con esta pérdida como para añadir más variables y más sufrimiento a nuestras vidas. Vivamos el aquí y el ahora, sin importar lo que los demás piensen o esperen de nosotros. Nuestra misión es estar mejor, vivir dignamente y poder honrar la memoria de nuestros hijos viviendo una vida plena y recordándolos a cada momento… Un día a la vez…


 

 

 

 

2 comentarios sobre “Fecha de expiración

  1. Analissa amiga bella, disfruto cada palabra de tus escritos. Es como estar escuchándote. Y si bien no estamos todo el tiempo hablando o viéndonos, con esto me siento mas cerca de ti. Están todos ustedes siempre en mis oraciones, y tienes toda la razón el duelo es algo muy personal y nadie puede juzgar sobre cómo se lleva. Claro que los que te queremos quisiéramos verte pasar la página, pero es que esto no es pasar la página, hay que ponerse en el zapato del otro y darse cuenta que el dolor es tan profundo, es algo que se lleva de por vida. Ofrece este dolor, Dios tiene preparado algo muy bueno, el conoce todo tu sufrimiento, la verdad que yo te admiro. Tqm Marelissa

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